Duende metatarso en Tierra — tarso la besa con su tacón — metatarso golpea en su puerta— tarso cae sutil para llamar al Duende— se levanta aviva las corvas ablanda las rodillas cosquillea las caderas remolinea en el ombligo se expande en el pecho me abalanza hacia adelante eleva mis codos mis brazos los siguen hundo los omoplatos — respiro profundo — dejo que juguetee con mis dedos — me hace girar y abrir las alas — mientras hilvana los hilos de seda que me sostienen desde Arriba — mantengo los hombros anclados a la Tierra — la coronilla — ahora cosida al Cielo en una puntada infinita — me estira la nuca — cierro las costillas falsas y se expande el pecho — los dedos corazón juegan al escondite con los pulgares — juegan con la pulsera de carpianos — alas abiertas apuntan al Cielo — los pájaros de las manos bordan lenguas de Sol — con los ojos encandilados — olvido el suelo — olvido el afuera —
Duende metatarsus on Earth — tarsus kisses her with the heel — metatarsus knocks on her door — tarsus falls down subtly to call Duende — It gets up stokes the legs softens the knees tickles the hips swirls in the navel expands in the chest makes me pounce forward elevates my elbows my arms follow them i sink the shoulder blades — take a deep breath — i let It play around with my fingers — makes me spin and open the wings — while basting the silk threads that hold me from Above — i keep the shoulders anchored to the Earth — my crown — now sewed to Heaven in an infinite stitch stretches my nape — i close the false ribs and the chest expands — the middle fingers play hide and seek with the thumbs — plays with the bracelet of carpal bones — makes my wings point to Heaven — the birds of my hands embroider Sun tongues — with my eyes dazzled — i forget about the floor — i forget about the outside —
El poema que les envío esta vez, lo escribí primero con el cuerpo y luego lo traduje a palabras: Por estos días he escuchado mucho la música de Los Hermanos Gutiérrez y he estado obsesionada con una canción: Low Sun. La he escuchado tantas veces y me gusta tanto que decidí bailarla con movimientos de flamenco porque es el único lenguaje corporal que conozco lo suficiente como para canalizar el gusto de sentir una canción así. Mi recomendación al leer este poema, es que lo hagan escuchando la canción Low Sun de Los Hermanos Gutiérrez y, cada vez que haya un guión largo, suspiren.
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La primera vez que aprendí sobre la existencia del flamenco fue en 1998. En ese año, descubrí a Draco Rosa en el disco Vuelve de Ricky Martin. Allí hay una canción llamada Casi un bolero; y hay una versión instrumental en la que solo sonaba la voz de los coros. Era la voz de Draco Rosa y me obsesioné con su música. Pero en 1998, el único disco de Draco que había en las discotiendas de Bogotá era Frío. Devoré todas sus canciones, estudié sus letras y hasta los agradecimientos. En esa larga lista, Draco agradecía a Camarón de la Isla y el cante jondo. La curiosidad y el hambre de conocerlo todo me llevaron a investigar quién era este cantaor y porqué el cante jondo se llama así. Por esos días, la emisora universitaria Javeriana Estéreo transmitió una serie de programas sobre el Camarón de la Isla para celebrar el aniversario de su muerte. El locutor era el periodista cultural Jaime Andrés Monsalve a quien aún le agradezco que me haya guiado a escuchar al Camarón, a entender su importancia en el mundo flamenco, y su contribución a la cultura hispana.
Cuando estuve en Madrid, España, diez años después, lo poco que recordaba del flamenco era Camarón de la Isla. Por eso compré el disco Viviré en una discotienda llamada La Metralleta. Ojalá en ese momento hubiera sabido más sobre flamenco como ahora, me hubiera gustado sacarle más provecho a ese recorrido por Andalucía: tal vez con más conciencia de que esa era la cuna del flamenco. Al regresar a Colombia de ese viaje, me dediqué a trabajar mucho, practicar Capoeira y me olvidé del flamenco. Casi veinte años después de encontrar a Camarón de la Isla en el disco de Draco Rosa, la amiga de una conocida me recordó sobre el flamenco en una fiesta; ella misma bailaba flamenco como pasatiempo y me recomendó las clases con la bailaora Marcela Hormaza en su escuela Casa Flamenco. Como ya me había despedido de la Capoeira, decidí darme un chance.
Fueron 2 años en los que asistí a 3 clases semanales: en Casa Flamenco aprendí técnica básica: postura, trabajo de pies, braceo, montamos una coreografía, hicimos una presentación en la que, aterrorizada por los nervios, bailé unos tanguitos en un teatro grande en Bogotá. Logré un nivel básico que me permite al menos apreciar la música flamenca desde el cuerpo (el flamenco no es una música para apreciar desde el raciocinio, sino desde el sentir: algo se estremece en las tripas con la intensidad de los ayeos, las guitarras, las palmas y el cajón). Tomé muchas notas sobre todo lo que pude, presencié clases con grandes bailaores (Farruquito, Estefanía Vivas, Marcela Hormaza), fui a conciertos de cantaoras magistrales: Rocío Marquez, Clara Rozo, Buika. Y luego vino la pandemia…Casa Flamenco siguió haciendo clases en línea pero yo me derrumbé. Me tomé una pausa sabática en la que, deliberadamente, desaparecí del mapa social de todos. Me olvidé del flamenco y me dediqué a sanarme, a entrenar con The Class, a darle un vuelco a mi carrera, a escribir todos los poemas que tenía atorados entre pecho y espalda, a tomar talleres de escritura creativa.
De ese intenso entrenamiento en Casa Flamenco, algo debió quedar en mi memoria muscular y corporal porque cuando me obsesioné con Low Sun, este mes de abril, y sentí el ímpetu de bailar al son de sus guitarras, lo único que hizo mi cuerpo fue movimientos de flamenco. Volví a buscar mis apuntes, para revisar cómo hacer calentamiento, y apenas mi cuerpo sintió la postura inicial para disponerse a bailar, solo tuve que dejarme llevar y sentir la música. Debo aclarar que la música de los Hermanos Gutiérrez no es flamenco. Me pregunté cómo sería bailar su música con movimientos flamencos y se me ocurrió que podría escribir un poema primero con mi cuerpo, bailando, y luego intentar traducirlo a palabras. Para ello, tenía que sentir mucho los movimientos. Me puse la falda flamenca de la presentación, los zapatos, apagué la luz para no distraerme con mi propia sombra y me dejé llevar por lo que el cuerpo me guiara.
Sorprendentemente mi cuerpo recordó más de lo que yo esperaba. Decidí repetir ciertos movimientos en ciertos momentos de la canción y me entregué a sentir el movimiento de mi cuerpo en la oscuridad. Trastabillaba a veces, perdía el compás, la canción me resultó muy cortita. Si pudiera pedirle a los Hermanos Gutiérrez algo, sería que tocaran Low Sun el doble de tiempo para que yo pueda alcanzar a bailarla como me gustaría más. Bailé durante un par de semanas casi que todos los días. Hasta que sentí que ya debía escribir algo…
Lo más difícil se avecinaba: traducir eso que sentía al bailar Low Sun con movimientos flamencos. Decidí rumiar mis pensamientos sobre ello mientras lavaba la loza, o limpiaba el piso de la cocina o mientras iba a la tienda. El sentir se me atoró entre pecho y espalda. Tomé el té con una amiga que también escribe poemas, y hablando fui desglosando imágenes que me quedaron sonando. Aprovechando la pausa de la Semana Santa, vomité el borrador del poema en mi cuaderno con tal ímpetu, que me sudaron los sobacos escribiendo y reescribiendo este poema que sin el cuerpo no existiría, como ningún poema podría existir.
La relación de la poesía con el flamenco es de vieja data: Federico García Lorca no sólo escribió sobre el cante jondo. Él generó movidas culturales como la creación de festivales flamencos para evitar que ese saber intangible cayera en el olvido en Andalucía. Este poeta también habló del duende: esa energía que ocurre en los tablaos cuando los músicos, cantaores y bailaores se sincronizan de tal manera que el público siente esa energía, ese algo más que vibra y chisporrotea, ese algo invisible que me pone la piel de gallina y me remueve las tripas, ese nosequé que solo se siente en vivo y en directo. Para “simular” ese duende, decidí jugar con distintos campos semánticos en un mismo texto; en este poema, de la anatomía y la modistería. Desde hace varias semanas también tenía ganas de jugar con el guión largo, el cual según Tania Ganitsky en su libro Emily Dickinson y lo incompleto, se debe leer como un suspiro.
Si han llegado hasta aquí, quisiera preguntarles si el poema Duende les dijo algo, si lo leyeron escuchando Low Sun o no, si lograron suspirar con cada guión largo. De nuevo, muchas gracias por estar, por leer, por dejarse tocar con las palabras, por completar mi proceso creativo con su lectura.
The poem I'm sending today, I wrote first with my body and then translated it to words: These days, I have been listening to Hermanos Gutierrez's music a lot, and I am obsessed with one song: Low Sun. I have listened to it so many times that I decided to dance it out with flamenco moves because it’s the only body language I know enough to channel the pleasure of feeling such a song like this one. My recommendation when reading this poem is to play the song Low Sun while you read it out and, every time there’s an em dash, you sigh.
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The first time I learned about flamenco was in 1998. That year I discovered Draco Rosa in the album Vuelve by Ricky Martin, which included a song called Casi un bolero; it also included an instrumental version that only included the chorus voice. It was Draco Rosa’s voice and I got obsessed with his music. But in 1998, the only album I could find in record stores in Bogotá was Frio. I devoured all his songs, studied his lyrics and even the thank you notes. In this long list, Draco thanked Camarón de la Isla and cante jondo. My curiosity and the hunger to know it all took me to research who that cantaor was and why cante jondo is called that. In those days, a university radio station called Javeriana Estereo broadcasted a series of programs about Camarón de la Isla to celebrate the anniversary of his death. The program host was the cultural journalist Jaime Andres Monsalve, whom I still thank for guiding me to listen to Camarón, for helping me understand his importance in the world of flamenco, and for showing me his contribution to Hispanic culture.
When traveling in Madrid, Spain, ten years later, I didn't remember much about flamenco but Camarón de la Isla. That is why I only bought the album Viviré in a record store called la Metralleta. I wish I had known more about flamenco as I do now, I wish I had taken more advantage of that trip around Andalucía: maybe with more awareness about the fact I was traveling in the cradle of flamenco. When I got back to Colombia, I got swamped working a lot, practicing Capoeira and I forgot about flamenco. Almost twenty years later after finding Camarón de la Isla in Draco Rosa’s album, a friend of an acquaintance reminded me about flamenco at a party. She danced flamenco as a hobby and recommended Marcela Hormaza’s lessons at her school Casa Flamenco. Since I had said my goodbyes to Capoeira, I decided to give it a go.
For two years, I took three flamenco lessons per week. At Casa Flamenco, I learned the basics of technique: posture, footwork, and armwork, we worked on choreography, and we did a presentation in which, nervously terrified, I danced some tanguitos in front of a crowd in a big theater in Bogotá. I achieved a basic level that allows me to appreciate flamenco music from the body. Flamenco is not to be appreciated from reasoning, but from feeling: something trembles in my tripes with the intensity of the ayeos, the guitars, the palms, and the cajón. I took a lot of notes about everything I could, I witnessed lessons with magnificent bailaores (Farruquito, Estefanía Vivas, Marcela Hormaza), and went to concerts of splendid cantaoras: Rocío Marquez, Clara Rozo, Buika. And then, the pandemic happened. Casa Flamenco continued doing online lessons but I collapsed. I took a sabbatical pause in which I intentionally disappeared from the social radar of friends, acquaintances, and old colleagues. I forgot about flamenco and I devoted myself to healing myself, to training with The Class to making a 180-degree turn happen in my career, to writing all the poems I had stuck between my chest and my back, to taking creative writing workshops.
From that intense training at Casa Flamenco, something must have stayed imprinted in my muscle memory and my body memory. When I got obsessed with the song Low Sun by Hermanos Gutierrez this April, and I felt the drive to dance it out following their guitars, the only thing that my body did was flamenco moves. I searched for my notes to remind myself how to warm up before dancing, and as soon as my body felt the initial posture of flamenco, I just had to let myself be led by music and my body. I have to clarify that Los Hermanos Gutierrez’ music is not flamenco. I wondered what it would feel like to dance their music with flamenco moves. The question led me to the idea of “writing” a poem first with my body by dancing and then trying to translate it into words. To do that I had to feel the movements. I wore my flamenco skirt from the presentation, and my flamenco shoes, I turned down the lights to avoid getting distracted by my own shadow, and I let myself be led by what my body told me to move.
Surprisingly, my body remembered more than expected. I decided to repeat certain movements in certain moments of the song and I surrendered to feel my body moving in the darkness. I stumbled sometimes, I lost the beat, and the song ended up being too short for me. If I could ask Hermanos Gutierrez one thing, it would be that they played Low Sun for a longer time. So that I could dance it out the way I like it best. I danced for a couple of weeks almost every day. Until I felt I had to write something…
The most difficult was about to start: translating what I felt dancing out Low Sun with flamenco moves. I decided to ruminate about it while I did the dishes, while I scrubbed the kitchen floor, or while going to the grocery store. That feeling got stuck between my chest and my back. I had a cup of tea with a friend who also writes poems, and by speaking I broke down some images that rang my bell. Taking advantage of Easter break, I vomited the first draft in my notebook with such drive that my armpits broke a sweat while writing and rewriting the poem. Without my body, this poem could not exist, as not any other poem could.
The relation of poetry and flamenco is not new. Federico García Lorca wrote not only about flamenco and cante jondo, but he also gave rise to cultural moves by creating flamenco festivals to prevent flamenco from fading into oblivion in Andalucía. This poet also wrote about Duende: That energy that occurs in tablaos when the musicians, cantaores, and bailaores get so synchronized, the audience feels that energy that sparks and vibrates, that invisible something that gives me goosebumps and stirs my belly, that je-ne-sais-quoi that is only felt in live flamenco events. To “simulate” that duende, I played with different semantic fields in the same text: anatomy and dressmaking. Also, I wanted to play with the em dash, which according to Tania Ganitsky in her book Emily Dickinson y lo incompleto, should be read by sighing.
If you have read until here, I would like to ask you if the poem Duende told you something, if you read it listening to Low Sun or not, if you made it to sigh with every em dash. Again, thank you very much for being here, for reading, for letting words touch you, and for completing my creative process with your reading.
No había escuchado Low Sun, pero debo decir que el poema cobra vida con las notas, lo hice con y sin música. Concuerdo contigo en el gusto por Draco Rosa, de mis músicos admirados.
No soy muy conocedora de flamenco pero crecí escuchándolo por mi mamá que era uno de sus géneros favoritos, tal vez eso me transportó. Hermoso poema Caro.
Tus comentarios a los poemas son pura literatura. Menudo viaje de flamenco y capoeira me acabo de pegar de tu mano! Y la génesis de Duende, danzando por Slow Sun in the dark... Joder, todo es tan mágico que casi parece ficción! Realismo mágico! Si algún día los editas juntos, avisa para comprarme el libro. 📚✨🙌
Genial también por el descubrimiento de los Hermanos Gutiérrez. 🎶👌 No los conocía. 😃👍